29/10/08

La Compulsión en el Adiós. Parte I y II





PT. I

El lugar esta minado de polvo y de silencio. Mi cuarto es relato de un frío ecléctico y, siendo tarde, como nunca antes atiendo a mi propio aliento. Fumo en la espera, luego de tanto tiempo, me recuesto, espero que entres por la puerta. Tal vez pueda compartir lo que pienso, pero me retracto y se que no es posible. Las ausencia de las palabras son vestigio de una barrera que no supimos atravezar.

"No estás solo en este cuarto"-releo entre el humo. Algo extraño está sucediendo. Lo se. Soñé con estar en algún lugar entre tanta humareda, mientras insisto en que entres. Puedo cambiar, me digo, pero no puedo ser otro. Soy el mismo, sí, pero no sé quién querés que sea! No estás solo, querido solitario. Te olvidaste que está el recuerdo.


PT. II

¿Acaso debo estar esperando toda la noche, perdiendo el guión de las agujas? Escribiré mis letras en la pared y las esparciré por el suelo si es necesario, para no percibir el viento, hasta que las manos me sangren. Eso de esperarte hasta ser el estúpido... no lo voy a hacer.

Puedo cerrar los ojos y seguir. Pero las palabras escritas resuenan entre la verdad de las paredes consumidas por el humo. No está en mí mentir, tampoco callar, mucho menos herir. En espirales me consumo; la mística y la esencia de los pensamientos del furtivo asechando, el concreto enigma de las inverbes sensaciones que conllevan la desesperación y la ira, con la euforia del espíritu renaciente y la desesperanza de la solitaria alma en la búsqueda.

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